Es difícil sentir el silencio durante el día. No se escucha más que ruido por todas partes, incluso bajo la forma de música. En la calle, bocinas, gritos, ruidos de caños de escape, celulares. En el supermercado, música funcional; en el subte, música funcional, ruido de trenes. Celulares. Ring tones. Celulares. En las escuelas, gritos, gritos, celulares. En los consultorios de cualquier cosa, música funcional, celulares! Teléfonos. En los hospitales, música de celulares, llanto, ruidos de muchas cosas. Ruido de muchos celulares. En cualquier parte, todo suena. Todo hace ruido. Incluso la música. Sonando por todas partes, como los celulares...
Yo me pregunto a veces, y qué es la música hoy, ahora. Además de ruido que suena, que ensordece el silencio, que no deja oírlo... ¿Es que puede haber música sin silencio? Porque me parece que el silencio es la condición de posibilidad de existencia de la música. Y de la posibilidad de escucharla...
Pero... ¿qué es la múscia?
"De todas las antiguas divinidades las musas son las únicas cuyo nombre sobrevive en las lenguas europeas y que es necesario para designar el poderoso reino del tono (sonido). Nosotros lo pronunciamos comunmente, sin pensarlo siquiera, como lo que yace en la vulgar palabra "música", pero él puede y debe recordarnos que la magia del tono a través del nombre "música" (mousiké) fue considerado como un don de una deidad, inclusive como su propia voz sagrada."(1)
En la increíble oscuridad sonora que nos rodea por todas partes, en la profunda sordera que parece habitar la mayor parte de los cuerpos actuales, en las almas más deshabitadas de silencio, sin embargo quizás vive todavía la esperanza de volver a escuchar la voz de una deidad, la propia voz sagrada...
Y del silencio, otro día hablamos.
(1) Walter Otto, Las Musas, Ed. Eudeba.
Leda Candela.